Por: Fabio H. Meriño
El 1° de junio, la presencia de un amigo y compañero, el líder social y político José Alberto Tejada con su ejemplo de luchador por la educación popular y su tesón para avanzar frente a los retos que el cambio reclama, estuvo con nosotros en un evento-clausura y reafirmación sobre la educación ciudadana, que la Universidad de los Andes y el Sindicato de la USO, con la aportación de Ecopetrol finalizaron en un ejercicio académico de capacitación en resolución de conflictos y reafirmación de proposititos para participar en este campo y reto de la reconciliación y valoración de las riquezas naturales, que tanto reclaman del cuidado y de la convivencia armónica de la humanidad con ellas.
En dicho curso, nos contaron, crecieron las miradas al mapa político que Colombia dibuja hoy, al igual que las expectativas que el cambio despierta; esta oportunidad fue posible por la generosa invitación del profesor de la Universidad de los Andes Felipe Samper, y nos acompañó José Luis Luna Agudelo en representación de José Alberto. Además tuvimos la oportunidad de compartir la certeza de defender la decisión de luchar denodadamente por la democracia y la reconciliación, instar la tarea de convocar a trabajar incansablemente por un país sin violencias en donde la paz con justicia social sea el camino que rescata el pasado, nos mueve en el presente y apoya a dibujar el futuro; futuro como herencia digna que adeudamos como generación que ha transcurrido por los varios caminos de las violencias intestinas, mañosas y tercas apropiadas de tiempos y caminos desde décadas atrás con sus perversos males que nos desangran como nación, maltratan como sociedad y acaban como tierra de grandes posibilidades y riquezas.
En ese evento sentimos la reafirmación del por qué la paz total, a más de ser un mandato constitucional, es una necesidad que la historia futura reclama desde ayer y hoy, un ayer rico en conflictos y pobre en sus soluciones, un ayer abundante en historias, muchas de glorias y reconocimientos, y muchas más plagadas de incomprensiones e incapacidades de convivencias ciudadanas que se manifiestan en guerras y guerritas con sus terribles ejemplos de intimidaciones, miedos, engaños, destierros y terrores, ya endémicos.
Vale la pena anotar que, esfuerzos como este, en buena parte ayudan a arrumar los ánimos belicosos que desde la desesperación política de oposición al cambio, a ratos se manifiestan con la irresponsabilidad que les compete porque “si saben lo que hacen” y cómo se aprovechan de la ignorancia de una parte de nuestra sociedad para manipular y tergiversar los compromiso por una nueva Colombia sin violencias.
En este inicio de junio asumimos la tarea de defender el gobierno del cambio en todos los espacios y rincones de nuestra geografía política buscadora de paz y reconciliación.