Entrevistado: José Alberto Tejada Echeverri / Representante a la Cámara (RC)

Entrevista: Guillermo Rico Reyes / Periodista (P)

A propósito del inicio de la segunda legislatura del Congreso en este gobierno, iniciamos con esta entrevista, la primera de tantas como nos sea posible, para interrogar y conocer de primera mano, las opiniones, conceptos y reflexiones del Congresista ALBERTO TEJADA.

P/ Congresista, por favor háganos una breve presentación personal. ¿Quién es usted, cómo resultó en el Congreso, cuál es su relación con el presidente?

RC/ Soy un hombre mayor, por más de 50 años he estado actuando en desafíos sociales, especialmente educativos, de emprendimiento y empresariales. Toda mi vida he hecho política, solo que no electoral, pero, a no dudar, trabajar con comunidades urbanas y rurales, particularmente con niños y jóvenes en alto riesgo social y económico, así como con trabajadores informales y a cuenta propia, con emprendedores y con micros, pequeños y medianos empresarios, con mujeres cabeza de hogar y con víctimas del conflicto armado, siendo yo mismo empresario mediano, me da autoridad para leer el país, al gobierno y a quienes fungen de líderes en el acontecer nacional.

Cuando el candidato Petro me propuso como cabeza de lista a la Cámara por el Valle, seguro que lo hizo, leyendo la capacidad de arrastre electoral que mi trayectoria y mi papel en el estallido social permitía y, a fe que no se equivocó; allí tiene los resultados. Basta hacer una pequeña revisión histórica y no hay argumento que pueda rebatir el acierto de su decisión.

Le dije al candidato Petro en mi casa, “Petro, acepto y tenga en cuenta que no soy parte de la izquierda ortodoxa e histórica. Lo fui en los años 70 del siglo pasado. Hoy soy un hombre con pensamiento socialdemócrata. Creo y he estudiado, por mi formación, la economía social de mercado. Creo en el capitalismo democrático, que nada tiene que ver con el neoliberalismo. Soy empresario. No acepto la estatización de la economía. Creo que debe existir tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario. Creo en lo que llamo los partidores iguales para lograr la equidad, cuidando especialmente, a los niños y a la muchachada, que se siente inquilina de tercera en su propia tierra. Voy a trabajar por la construcción de ciudadanía, que no de masa pueblo; por el fortalecimiento del tejido empresarial micro, pequeño y mediano y por los trabajadores informales y a cuenta propia, que representan el 99% de la dinámica empresarial del país; por las reivindicaciones de la muchachada en el estallido social. Ellos no piden nada regalado. Reclaman oportunidades, nada más”. Él, el candidato, aceptó mi planteamiento y de hecho reiteró que también creía en el capitalismo democrático.

Mi compromiso es éste. Y lo es con mi territorio. Con el Valle del Cauca. No estoy arrepentido de llegar al Congreso. Estoy aprendiendo a leerlo y a actuar. He encontrado gente muy valiosa de las distintas colectividades. Sigo creyendo que el presidente quiere acertar. Por eso, asumo que hay que mostrarle imágenes del país que seguramente no ve desde su ventana.

P/ Estamos a pocos días del inicio de la segunda legislatura del actual gobierno. El ambiente está muy enrarecido en el Congreso y en el Pacto Histórico – PH, ¿Cómo ve el panorama Congresista?

RC/ Se dibujan varios escenarios en el inmediato futuro:

– La posibilidad de reconstruir alianzas y coaliciones que le permitan al gobierno fluir con sus proyectos de ley en el Congreso y, además, mantener gobernabilidad territorial.

-La radicalización de los partidos que inicialmente fueron de coalición, que dejaría al gobierno ante un escenario de oposición tan fuerte, que prácticamente, haría inviable la agenda legislativa de su interés.

-El llamado del gobierno a “la calle”, como mecanismo de presión al Congreso y a los partidos, en un intento de reto institucional que francamente radicaliza posiciones, pero no necesariamente resuelve el conflicto legislativo que hoy tenemos.

En cuanto al PH, se está trabajando en la construcción de unas prioridades de bancada, que permitan capotear el ambiente que se ve venir. Téngase en cuenta que el grupo parlamentario ha hecho el esfuerzo de estar a la altura de las circunstancias, pero su reconocimiento por parte del gobierno no guarda relación con el papel que ha cumplido hasta ahora.

P/ Esos son los escenarios posibles, pero ¿cuál es su apuesta?

RC/ Creo que estaremos ante una mezcla de los tres escenarios. Por una parte, el gobierno puede lograr reconstruir “parcialmente” y, por vía de acuerdos directos con congresistas, las coaliciones que requiere. De otra, los partidos no van a ceder fácilmente, particularmente en el tema de las reformas e intentarán condicionar a sus bancadas para detener los intentos de erosión que el gobierno pueda promover. Adicionalmente, el ambiente está tan caldeado, que si no es el mismo gobierno quien aúpa la calle, lo harán los sindicatos y diversas fuerzas políticas y sociales, afines a su agenda. Al final podemos pasarnos un semestre electoral, con mucho mitin y con pobres resultados legislativos.

P/ Usted introduce el tema electoral. ¿Cree que tendremos elecciones en paz? ¿Que el gobierno mantendrá mayorías, por lo menos en ciudades y departamentos claves?

RC/ Es evidente que ya hay manifestaciones de violencia y coerción electoral muy fuertes, con el agravante de que están siendo ejercidas por grupos que ya no incorporan en su ADN el discurso ideológico contestatario y revolucionario que tenían hasta hace algunos años las FARC y el propio ELN. Hoy estamos ante un universo de grupos armados criminales con intereses de control territorial y de negocios ilícitos, pero sin ningún interés político de transformación en favor de las comunidades que los habitan, y, esta realidad, hace más dura su neutralización.

Sobre los resultados electorales de octubre, mi lectura es que al gobierno y al PH no les alcanza el tiempo para asegurar victorias holgadas. Sin coaliciones y frentes amplios, creo que el PH no tiene el suficiente poder electoral para asegurar alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas en los próximos comicios. Además, juega en contra, por un lado, la mala prensa que recibe a diario el gobierno y por otra, la falta de ejecución del programa del cambio en casi todo el territorio nacional. La gente está muy confundida, pues se siente un gobierno bien intencionado, claro en muchas de sus orientaciones, pero con poca operación ejecutiva, con poca acción concreta en las poblaciones y sectores que requieren con urgencia la presencia del Estado.

P/ Volvamos al PH. ¿Las relaciones con el gobierno son malas? ¿Hay división al interior del PH? ¿Tiene posibilidades reales de convertirse en un actor clave el PH en las próximas elecciones?

RC/ Hace usted varias preguntas no fáciles de contestar.

Las relaciones con el gobierno no son fáciles. No están claras. Es inocultable la asimetría que hay en el juego que tienen los parlamentarios de otros partidos, frente al que tienen los congresistas del PH en sus territorios y, definitivamente, aunque sea difícil de explicarlo, congresista sin participación en el gobierno, pierde posibilidades de apoyar a la gente que lo eligió y a las comunidades que lo requieren. Si usted quiere llamar esto clientelismo, no me importa. Esto, como lo dice una ministra de este gobierno, se llama “realismo político”.

Más que división al interior del PH, lo que veo es la consecuencia de la falta de experiencia de sus parlamentarios en ser parte actuante del Estado, así como el intento de los líderes de cada uno de los partidos que lo conforman, en mantener su primacía, en temas sensibles y especialmente en temas electorales.

Ya le dije que soy poco optimista en cuanto a los resultados que se obtendrán en las elecciones del próximo octubre. Se ha perdido mucho tiempo en perfilar los líderes que se candidatizarán y en mi opinión, el gobierno no ha dado señales claras y oportunas, para enrutar candidaturas claves en algunas ciudades y departamentos, particularmente en aquellas y aquellos, en los que fue indiscutible el triunfo del actual gobierno y que hoy no saben a que atenerse.

P/ En días pasados fueron convocados ustedes, los del PH, a una reunión de planeación con el presidente. Él finalmente no asistió. Entiendo que la reunión al final quedó interrumpida por falta de tiempo y que hubo malestar por lo sucedido. ¿Qué nos puede decir?

RC/ Lo primero es que lamento que el presidente no haya asistido y que además no nos lo haya hecho saber a tiempo. Muchos viajamos alterando nuestras agendas en territorio para cumplir el llamado. También lamento que no se nos haya escuchado a todos por falta de tiempo. Igual lamento que estando con nosotros, que somos bancada de gobierno, el Ministro del Interior, se ausentara para reunirse con otra bancada que no es de gobierno. Entiendo que, como están las cosas, él tiene que tejer las coaliciones o los acuerdos con partidos y congresistas, cuanto antes. Lo que cuestiono es que las dos reuniones coincidieran y la nuestra haya quedado doblemente acéfala.

P/ Muchos medios y periodistas le dan garrote al gobierno a diario. ¿Coincide usted con la advertencia del gobierno, según la cual, está en curso un golpe blando, ante el cual hay que atrincherarse con el pueblo en la calle, para evitarlo?

RC/ Así como en el escenario legislativo se presentan varias opciones, creo que, en las relaciones del gobierno con la sociedad en su conjunto, también se presentan varias:

-Que efectivamente estemos ante un golpe blando en proceso:

No hay que descartarlo, pero en mi opinión el establecimiento de poder no tiene ese interés. Para que me entienda, cuando hablo de establecimiento de poder, hablo de los actores que manejan los hilos de la economía, la política, la cultura, la seguridad, la religión y la información en el país. Es decir, los verdaderos dueños del país. No se olvide, que como bien lo dice otro ministro del actual gobierno, nosotros, los políticos, NO SOMOS parte del establecimiento de poder del país. Somos apenas, representantes de sectores subordinados y de clase media, con alguna capacidad de interlocución, pero al final, no dejamos de ser vistos como chusma útil y utilizable por las oligarquías que actúan tras bambalinas.

-Que tengamos el peligro de un golpe cruento, si no funciona el primero:

 Francamente desestimo esta opción, porque, de nuevo, al establecimiento de poder, no le interesa graduar a Petro de mártir y, menos, posibilitar un estallido que podría rememorar el 9 de abril de 1948, desajustando el país en temas que hoy son relevantes para este mismo establecimiento, en pleno siglo 21.

-Que el establecimiento de poder decida dejar que el gobierno actúe, aprovechando sus fallos, para magnificarlos y convertirlos en el gran argumento electoral del 2026, para cerrarle la puerta a propuestas de cambio futuras; a nuevos gobiernos que promuevan los sectores alternativos, progresistas, democráticos y de la izquierda histórica:

Esta es la opción que estimo está en pleno juego. Por eso es tan importante que el presidente dé un timonazo urgente a su agenda ejecutiva y a su foco en resultados concretos ante la población, en los temas más sensibles de sus expectativas. Escuchamos muchos anuncios que no se corresponden con la capacidad ejecutiva que demuestra el gobierno hasta hoy. El presidente el 7 de agosto del 2022, se presentó como un Estadista. Quien escuchó su discurso quedó convencido que estaba frente a un compatriota que tenía claro que ahora él representaba la nación y no solo a sus electores. Su llamado a la transición y a la modernización del Estado y del país, fue contundente. Lamento que, en este año, haya tirado por la borda esta promesa de valor que hizo a todos los compatriotas y se hubiera reconvertido extemporáneamente de nuevo en candidato y, lo que es peor, en jefe de la coalición política con la que ganó, renegando de quienes no lo eligieron.

P/ Usted habla de ciudadanía, empresariado y muchachada. ¿Puede explicarnos el alcance de este slogan?

RC/En este punto preciso que mientras en el imaginario del país, empezando por el presidente, los empresarios, sin diferencia alguna, sean un grupo de esclavistas y explotadores sin escrúpulos, nos estamos equivocando gravemente. Primero, hay varias categorías de empresarios, que empiezan en los informales, a cuenta propia, los emprendedores, seguidos por los micros, pequeños y medianos y que abarcan el 99% del tejido empresarial del país. Queda solo un 1% que se lo reparten las grandes y megagrandes empresas, junto a las transnacionales y el sector financiero. En ese 99% todos son trabajadores, unos como emprendedores formales e informales y otros como empresarios formales, otros más como empleados y otros como contratistas y asesores, pero todos, óigase bien, actuando como trabajadores. El 80% del empleo formal e informal del país está en este universo. Piense en los trabajadores empresarios medianos: ¿Alguno de ellos maneja su empresa desde Miami, Nueva York, Madrid, París, Roma? Le puedo asegurar que a diario abren y cierran sus locales, sus plantas, sus bodegas. Por eso insisto en que ellos, los empresarios, son también trabajadores, no esclavistas. Ellos corren inmensos riesgos tributarios, laborales, comerciales, patrimoniales,  etc., porque al nivel de las micro, pequeñas y medianas empresas, en Colombia se hace empresa A PESAR  del Estado  y no con el favor del Estado y, en esto, influye el discurso ideológico, que no entiende que un país sin empresas y emprendedores, terminará en manos de una burocracia con poder, que puede derrochar con facilidad la riqueza del país y lo que es peor, apropiársela por vía de decisiones que inexorablemente giran en torno a la visión de la  nueva clase dirigente, que desgraciadamente termina privatizando para su entorno político y social, el tesoro y los bienes públicos, en una perfecta estrategia del caracol, que al final  empobrece a  todos y esclaviza de esta forma, por vía del sometimiento al poder político burocrático, al conjunto de la ciudadanía.

En cuanto a las grandes empresas, también es necesario hacer el ejercicio de reconocer aquellas que son producto de proyectos centenarios y de décadas, que nacieron como talleres y que con el paso del tiempo se consolidaron en el mercado haciendo país, las cuales hay que diferenciarlas de las resultantes de pingues negocios oportunistas, liderados por negociantes y no por empresarios. Como ejemplo, no es lo mismo la riqueza generada por una empresa como Carvajal S.A., hecha paso a paso por más de 100 años, que la generada por un personaje como Alberto Carrasquilla con sus famosos bonos de agua, para los que se ha valido de información privilegiada, tráfico de influencias y saqueo de los recursos públicos.

Desde otra orilla, Colombia no necesita más pueblo, necesita más ciudadanía. Un país que afinca la equidad y la igualdad en subsidios y no en oportunidades, se hace el harakiri, pues no hay plata que alcance y en cambio sí, destruimos el valor de la dignidad personal de las gentes, que de a poco, se acostumbran a mendigar sus derechos y espacios vitales, al perder conciencia de sus deberes comunes.

En el estallido social del 2021 cuando le preguntaba a la muchachada si lo que ellos querían era que el Estado los mantuviera, se me enojaban y me ripostaban afirmando que lo único que reclamaban era su derecho a «tener oportunidades reales de educación, empleo, trabajo y alimentación». No pedían un cheque, pedían capital semilla para sus emprendimientos. No reclamaban edificios universitarios, exigían la universidad al barrio.  A los empresarios los invitaban a sus territorios y a impulsar con ellos sus emprendimientos. Pedían les permitieran llenar las ciudades de huertas urbanas y de conexiones con los campesinos de cercanías, para mitigación del hambre y formación de los niños. Pedían menos CAI y más bibliotecas de barrio. La gente intuye lo que le conviene y necesita. Se requiere un funcionariado público más sensible y comprometido con las comunidades. Ese es el comienzo.

Cuando hablamos de pueblo, le negamos al individuo su categoría de ser social como ciudadano-a. El pueblo es una categoría sociológica útil para extrapolar análisis de conjunto en temas con alguna matriz común. Pero la categoría pueblo, invisibiliza y desempodera la categoría individual del ciudadano-a. La masa es amorfa, es gregaria, es impulsiva, es maleable, es manipulable. El ciudadano es un individuo pensante, inteligente, con intereses, necesidades y aspiraciones concretas. Por tanto, obliga a su interlocutor, lo interpela, no lo sigue. Esta es la pequeña gran diferencia. Para los políticos es mejor la reivindicación del pueblo, pues éste es gregario e influenciable como masa, sigue y no cuestiona.

P/ Lo siento muy duro con el gobierno. ¿Está arrepentido de su incursión en la política electoral, de su llegada al Congreso, de su apuesta por las promesas de cambio?

RC/ Tenga presente que lo peor que puede suceder es que a Petro le vaya mal. Ya le dije en una respuesta anterior que eso es lo que espera el establecimiento de poder,  conformado por quienes han gobernado y usufructuado el país desde la llamada independencia, los criollos y sus descendientes que hoy son la mayoría de   los mega ricos, los terratenientes, los mega contratistas del Estado, aliados con algunos  conglomerados transnacionales que solo quieren nuestras riquezas y nos dejan los desechos, aliados con algunos  organismos financieros internacionales que solo ven al país como un potencial deudor, sin importarles, si la deuda se usa para lo propuesto o, si termina en los grandes asaltos a la riqueza común, que a diario tenemos.

El gobierno no está incumpliendo maliciosamente las promesas de cambio. Puede si, estar desbordado por lo complejo de la problemática nacional. Por eso, quienes creemos en la democracia social, económica y política, tenemos el deber de ayudarle al gobierno y pedirle que corrija el rumbo allí donde esté extraviándose y que ejecute con celeridad allí donde los recursos haya que invertirlos.

Le dije al principio que es posible, por lo menos, una coalición parcial con los partidos y congresistas para que los procesos de cambio no se detengan. Pero esta opción requiere cintura por parte del gobierno. Petro ofreció un gobierno de transición. Este NO ES un gobierno revolucionario al estilo del surgido de Sierra Maestra en Cuba en 1960 o, de la entrada Sandinista a Managua en 1980. Eso hay que entenderlo.

También hay que decirles a los revolucionarios de redes sociales que entiendan que el país no les pertenece a quienes,  por el solo hecho de haber participado de tal o cual acción colectiva en sus biografías personales, así lo pretendan. No tenemos   el derecho de conducirlo a proyectos ideológicos radicales y extremos, que en nada resuelven la situación de la gente. El país nacional, como decía Gaitán, requiere partidores iguales que les garantice a los compatriotas, la equidad y la inclusión como «ciudadanos de plenos derechos y obligaciones», haciéndolos corresponsables de ejercer su ciudadanía . Se requiere entonces, un equipo dirigente capaz de hacer realidad el cambio propuesto por este gobierno, cambio que, aunque se visibilice por indicadores materiales de alimentación, educación, salud, etc., es, ante todo, cultural y en este contexto, ETICO, de comportamiento social, desde el primer magistrado de la Nación, hasta el último compatriota en su familia y vecindario.

Hoy a la niñez y a la juventud, a la muchachada, hay que abrirles la cancha, pero no para utilizarlos, como tanto nos utilizaron a nosotros mismos y a nuestros ancestros. Hoy el papel de los mayores es el de construir con ellos, para que den el salto de la protesta a la propuesta y cultiven su dignidad personal y colectiva. Al final, estoy convencido que nuestros tres grandes males son: la falta de disciplina. La falta de autocrítica. La falta de seriedad. Trabajemos en ello y el cambio será consecuencia inercial de su dinámica familiar, vecinal, empresarial, institucional en todos los órdenes de convivencia.

2 comentarios

  1. Comparto su mirada hacia el Gobierno y espero que nuestro presidente realice los cambios necesarios para lograr al menos los cambios mas importantes

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